viernes, 28 de octubre de 2022

 

El espacio olvidado

1

No podía entender con claridad, todo estaba oscuro en su mente.

No sabía qué hacer ni qué pensar. El silencio total la acompañaba en esa noche irreal.

Irreal era lo que estaba pasando, o lo que había sucedido hacia unos instantes. Trató de reflexionar y dominar el miedo que la paralizaba.

Esa noche Adela, al ver que su hijo no entraba por la puerta de la cocina, se dio vuelta lentamente para verificar lo que pasaba o mejor dicho lo que no pasaba y ya tendría que haber sucedido con tiempo suficiente. Dejó de cocinar y suavemente, como para no hacer el mínimo ruido, apoyó la cuchara de madera sobre la tabla, donde hacía unos instantes había picado las verduras que ya estaban rehogándose en la olla y se acercó a la ventana; miró hacia el jardín buscando a su hijo, pensando que quizás estaría entretenido mirando la planta de cannabis que cuidaba como a ninguna otra cosa igual, pero no lo vio.

Mientras estaba cocinando había escuchado con nitidez el golpe de la puerta de acceso al patio lateral de su casa y también los pasos de su hijo, a quien estaba esperando para cenar.

No había tenido ninguna duda de que ya tendría que haber entrado, después de recorrer el patio, pasar por ese espacio que no se puede ver desde el interior de la casa, que daría unos pasos más y abriría la puerta de la cocina diciendo: “Hola Ma”. Pero eso no sucedió. Nicolás no había llegado. Pero ella estaba segura de haberlo escuchado.

Adela siguió mirando por la ventana y no vio nada diferente, todo estaba en orden y en silencio.  Decidió salir y recorrer el camino que hubiera hecho su hijo, pero al revés, desde la cocina a la puerta de acceso al patio. La noche era fría, casi helada y una llovizna como nieve empezaba a caer. Se puso la campera que estaba en el sillón abrió la puerta cautelosamente y salió. Se acercó a mirar ese espacio que no podía ver desde adentro, al que ella había transformado en un pequeño estar semicubierto con una pérgola de madera con techo de vidrio y había decorado con sillones, mesas ratonas y hasta un ventilador de techo de mimbre. Pensaba que quizás, Nicolás antes de entrar, se hubiera quedado ahí, sentado, fumando un cigarrillo.

Ese era un espacio muy grato para estar, desde donde se tenían las mejores visuales hacia el jardín, el patio y también a la casa y a su vez era un lugar que no podía ser visto con facilidad. Adela pensaba, quizás, que era un espacio tan especial por su planta irregular porque no tenía ningún ángulo recto ni sus lados eran de la misma medida o por su ubicación en el terreno, lo cierto era que ese lugar no hacía más que provocar la curiosidad. 

Era un espacio, podría decirse intermedio, ni interior, ni exterior. Grande para ser circulación solamente y pequeño para ser un estar y una circulación a la vez, como ella lo había resuelto.

Adela suponía que era un espacio no pensado, no diseñado por el arquitecto, un espacio residual entre la medianera y la pared del comedor, un espacio olvidado al que ella había descubierto y le había dado vida y sin duda ese era su lugar preferido.

Una vez había leído un librito sobre unas entrevistas al filósofo Jean Baudrillard y al arquitecto Jean Nouvel llamado “Los espacios invisibles” o algo parecido, mucho no había entendido, pero había llegado a la conclusión de que ese espacio de su casa era un espacio invisible, aunque ella lo vivía como el lugar más visible, pero visible a través de otros sentidos.

Había descubierto que siempre que uno permanecía un tiempo ahí, se transformaba; los momentos eran mágicos, creativos y la imaginación se potenciaba. Definitivamente ella había detectado que se percibían otras sensaciones. Era un espacio muy peculiar, como si no fuese terrenal.

Siguió caminando hasta poder ver ese espacio en su totalidad, continuó a lo largo del gran ventanal  hasta el patio de acceso y verificó que no había nadie. Giró sobre sus pies 180 grados sin hacer el mínimo ruido para volver silenciosamente hacia el fondo, pensando que su hijo, quizás, se hubiera ido al cuartito que utilizaba como depósito, pero como todo estaba bastante oscuro y demasiado quieto, se estremeció y no se animó a ir; prefirió volver rápidamente hacia el interior de la casa.

Cerró la puerta y trató de continuar con la preparación de la cena, justo a tiempo antes de que empezara a hervir la sopa, la destapo y bajo el fuego. Tratando de minimizar lo que le había pasado o le había parecido escuchar, puso música, pensó que Piazzolla era lo adecuado para ese momento. Se tranquilizó pensando que seguramente habría sido el golpe de otra puerta, quizás la de su vecino o el ruido de las ramas al golpear con el ventanal.

Lo que más la angustiaba era darse cuenta de que ya le había sucedido antes. Sí, algo parecido o mejor dicho, lo mismo. Reflexionó, y mientras se preguntaba qué habría de posible en lo imposible pensó también que quizás estaría perdiendo la razón, la noción del tiempo y del espacio. Mientras la voz de Amelita Baltar en “Balada para un loco” le llenaba su espíritu.

Pensó que mejor sería, buscar el celular, para estar más segura, segura de pedir ayuda por si acaso o segura de sí misma; lo cierto es que Adela se puso a pensar en el cosmos. Dudó en llamar a su hijo y preguntarle donde estaba aunque busco el celular para hacerlo y cuando estaba marcando su número, la puerta se abrió y escuchó el tranquilizante y tan esperado “Hola Ma”. Se sobresalto, sintió como su corazón se le estrechaba de temor y se expandía de alegría. Vio a su hijo parado en la puerta con una sonrisa sobredimensionada a la esperada y con un vino en la mano.  Como una madre exagerada, lo abrazó y lo saludó con más entusiasmo de lo debido. Nicolás estaba de muy buen humor, con ganas de cenar y degustar el vino que le había regalado un amigo, con la bondiola a la miel y la sopa de papa y puerro, que estaba preparándose y que a esa altura había impregnado de olor el ambiente.

Adela tenía unas ganas irresistibles de contarle todo a su hijo, pero las palabras de su terapeuta, le resonaban en la mente, “Adela, trate de esperar antes de hablar”…, “Adela, encuentre el momento adecuado”…, “Adela, cuente hasta diez antes de decir las cosas”…, así que trató de tomárselo con calma, que a esta altura no era mucha. Contó hasta diez, respiró más de lo necesario, haciendo las respiraciones profundas que había aprendido en un curso de respiración y relajación, pero no pudo con su genio y sin dominar su impulso le preguntó: “¿Cuándo viniste?” Notó la expresión de asombro en la cara de su hijo, quien le contestó, “recién Ma,  ¿No me viste entrar?” Entendió que era una pregunta un poco obvia para alguien que no había tenido la vivencia de ella, pero igualmente continuó diciéndole: “no te escuche entrar, o mejor dicho te escuche entrar, pero antes  y pensé que te habías quedado haciendo algo”. Nicolás, sin muchas vueltas y sin darle mucha importancia a lo que le decía su madre, empezó a descorchar el vino.

La cena transcurrió plácidamente y cuando ya estaban por terminar de cenar, Adela recordó lo que una vez le había contado un amigo sobre su madre, “que ella le daba las noticias importantes o malas a su padre después de comer, porque su efecto era menos impactante”, así que consideró que la cena ya habría hecho su efecto, y de buenas a primeras decidió hablar del tema. Olvidando por completo las palabras de su terapeuta, Adela le contó todo lo que tenía guardado desde hacía varios meses. Empezó diciéndole que tenía miedo de estar volviéndose loca y luego le contó lo que le había pasado y le aclaró que no era la primera vez. Le explicó que había sentido con nitidez el ruido de la puerta de entrada al patio al cerrarse y los pasos de él recorriendo el patio, pero que al no verlo aparecer se alarmó y salió a buscarlo. Le explicó el recorrido que había realizado primero por el jardín, después por el pequeño estar semicubierto, al que llamaban el espacio invisible y finalmente por el patio de entrada y que al no encontrarlo regresó nuevamente a la cocina y que a los pocos minutos él apareció por donde tendría que haber entrado varios minutos antes. Su hijo, en vez de reaccionar con una broma como ella se lo hubiera imaginado, subió rápidamente la escalera y bajó con un bate de béisbol que guardaba desde chico debajo de la cama de su habitación, donde todavía conservaba algunas cosas. Salió al jardín y lo recorrió con detenimiento, entró al cuartito del fondo, a donde ella no se había animado a entrar y buscó por toda la casa. Al terminar la búsqueda le dijo “acá no hay nadie Ma”.

A Adela la tranquilizó que su hijo le creyera y le dio coraje para seguir contándole lo que ella suponía.

Así que mientras tomaban café le dijo: Nicolás, para mí, lo que pasa es  que en el espacio invisible de la casa, hay un agujero negro, un espacio cósmico o un agujero de gusano. Ahí sí notó sorpresa en la cara de su hijo quien largó una carcajada que le hizo escupir el café que tenía justo en ese momento en la boca, y le dijo, ¿que estas fumando Ma?

En ese instante Adela dudó si habría hecho bien en haber hablado, pero a pesar de todo, continuó su relato. Siguió contándole lo poco que ella entendía sobre el tema. Le hablo sobre fenómenos naturales,  lo insignificante de la mente humana para entender el universo y de lo inmensamente ignorantes que podían ser para comprender la fenomenología espacial. Nico siguió con detenimiento el relato de Adela y finalmente le dijo: ¨Ma, me quedo a dormir¨.

 

 

2

Al día siguiente, Adela amaneció antes del amanecer, en general el frio le hacía quedarse un rato más en la cama, pero por cómo estaban las cosas, en contra de su actitud perezosa, decidió levantarse. Como todos los días se preparó el mate y se sentó en su escritorio, pero en esta oportunidad para comenzar con una búsqueda de respuestas metafísicas.

Adela había comenzado a leer sobre astronomía, siguió con astrofísica y física cuántica, materias que nunca habían sido de su interés, supuso que era porque nunca había podido comprender demasiado, al menos con la razón, o mejor dicho con su razón.

Sabía que Nicolás se había quedado despierto hasta tarde leyendo en la computadora. Pensó en prepararle un rico desayuno, así podrían conversar sobre el microcosmos del Universo, que según su parecer, estaba ubicado justo en el espacio invisible de su casa, antes de que se fuera.

Su hijo se levantó a las corridas, como era habitual desde que era chico, estaba llegando tarde al taller de carpintería donde trabajaba desde hacía varios años. Sin embargo, le comentó a su madre, mientras tomaba el café con tostadas, que quería tomar unos tiempos con el cronómetro antes de irse. Y así fue, tomó el tiempo desde la puerta de acceso hasta el espacio invisible, desde la entrada hasta la salida del espacio invisible y desde la salida del espacio invisible hasta la puerta de la cocina. También anotó la cantidad de pasos totales y parciales.

Nicolás agarró sus cosas y cuando estaba por saludarla, ella le comentó, como quien no quiere la cosa, que Ana, su hija mayor, esa noche alrededor de las nueve, iba a ir a cenar. Cuando estaba por salir, él le dijo, “Ma, vengo a cenar yo también, tipo ocho de la noche estoy acá”.

Adela decidió concentrarse en su estudio para llegar a alguna conclusión. Sospechaba que no encontraría respuestas fácilmente, porque este tema estaba en una línea fronteriza entre lo racional y lo irracional y aunque pareciera extraño, era justamente lo irracional, lo que la alentaba a seguir leyendo lo inentendible.

Adela leyó y leyó, vio diagramas, esquemas y hasta fórmulas totalmente incomprensibles para ella, y se alarmó al darse cuenta de que ni siquiera reconocía algunos símbolos matemáticos. Leyó sobre el agujero de gusano, el espacio, el tiempo, la materia, el agujero negro, la estrella de neutrones, la masa, la energía, la radiación de Stephen Hawking y fue justo ahí donde sintió que empezaba a entender. Quizás porque la semana anterior había visto la película de la vida de este científico y se sentía más en tema. Siguió leyendo sobre efectos cuánticos, la teoría de la relatividad, el universo y la cuarta dimensión, a Adela de chica le había causado intriga la cuarta dimensión, siempre le produjo cierta curiosidad, el más allá, lo que no podía entender. Su padre le había dicho en aquel entonces que, “la cuarta dimensión estaba relacionada con el tiempo, el espacio y el tiempo de recorrido”…. y eso había sido suficiente para verificar que el tema del tiempo la sobrepasaba y la incertidumbre la angustiaba.

Finalmente decidió, después de haber leído varias horas, que tendría que abocarse particularmente al agujero de gusano y no irse por las ramas como era su especialidad.  Así que buscó en internet sobre los distintos tipos de agujeros de gusano, con la esperanza de que alguno se adaptase a su casa, subrayando lo que era importante para ella.

Agujero de Gusano  según Wikipedia

En física, un agujero de gusano, es una hipotética característica topológica de un espacio-tiempo, descrita en las ecuaciones de la relatividad general, que esencialmente consiste en un atajo a través del espacio y el tiempo. Un agujero de gusano tiene por lo menos dos extremos conectados a una única garganta, a través de la cual podría desplazarse la materia.”

Tipos de agujero de gusano según Wikipedia

“Los agujeros de gusano del intrauniverso conectan una posición de un universo con otra posición del mismo universo en un tiempo diferente. Un agujero de gusano debería poder conectar posiciones distantes en el universo por plegamientos espaciotemporales, de manera que permitiría viajar entre ellas en un tiempo menor que el que tomaría hacer el viaje a través del espacio normal.”

“Los agujeros de gusano del interuniverso asocian un universo con otro diferente. Esto permite especular sobre si tales agujeros de gusano podrían usarse para viajar de un universo a otro paralelo. Otra aplicación de un agujero de gusano podría ser el viaje en el tiempo. En ese caso, sería un atajo para desplazarse de un punto espaciotemporal a otro. ¨

Todo era como un cuento chino para Adela, de todas formas, no solo no desterraba la posibilidad de que este fenómeno exclusivo de algunos raros casos del espacio cósmico estuviera ubicado justamente en su casa, sino que al contrario lo anhelaba. El encantamiento que le producía la idea de que el cosmos haya elegido a su casa para instalarse y hacer de las suyas, le producía un particular sentimiento de empoderamiento, de ser la elegida, de estar en orden, nada menos que con el Universo.

Según su criterio acontecía que, al atravesar ese espacio autónomo e independiente de la realidad, ubicado en un lugar particular de su casa, se producía el viaje a través del tiempo.

Al recorrer el espacio invisible se podría estar produciendo el desplazamiento de la materia. Adela se estremeció al inferir que la materia, en este caso eran sus hijos, pero el temor no le impidió seguir con su atormentada búsqueda de repuestas, y no tardó en hacer una analogía entre los accesos al espacio invisible con los extremos al agujero de gusano y entre la circulación por el espacio invisible con la garganta del agujero de gusano. También se dio cuenta de que al revés del agujero de gusano, que era un atajo para llegar de un extremo a otro por lo que el tiempo se acortaba, en su caso o en su casa, el tiempo se alargaba. El tiempo en recorrer el espacio invisible era mayor que el tiempo normal, pero cuánto mayor o por qué, no lo sabía. Pensó que era como recorrerlo a paso de tortuga y fue en ese preciso momento cuando comprendió que tendría que cambiarle el nombre, que en vez de agujero de gusano, lo llamaría, agujero de tortuga.

Trató de buscar, algún caso en el que el tiempo se alargara, pero se rehusó inconscientemente a encontrar nada nuevo. Adela ya estaba más que conforme con lo que había descubierto porque lentamente se había enamorado de la idea. Ya cansada y sin fuerzas debido a tantas deducciones cuánticas, supuso, decidió aflojarse. La sorprendió la realidad cuando se dio cuenta que eran las cuatro y media de la tarde, no había parado en todo el día de pensar, de leer y de escribir, así que decidió dejar su investigación, ir a darse un baño y preparar un rico risotto para la cena.

Definitivamente, Adela, no manejaba los tiempos.

 

3

La noche la sorprendió antes de lo esperado así que Adela apresuró los preparativos para la cena. Eran casi las ocho de la noche y su hijo todavía no había llegado. Cuando ya había descongelado el caldo que guardaba en el freezer, tenía el arroz carnaroli en la mesada de la cocina con su tacita de café al lado, para la medición de la cantidad necesaria y solo le faltaba terminar de picar las verduras, se dio cuenta de que tenía poco queso sardo para rallar, así que decidió ir a comprar.

Se puso la campera y agarró la plata, garuaba desde temprano, pero decidió que no llevaría el paraguas. Se arrepintió apenas salió, aunque, de todas formas, no regresó a buscarlo, tenía poco tiempo. Cuando regresó su hijo ya había llegado.

Mientras Nicolás preparaba un Campari con jugo de naranja y ella rallaba el queso en la tabla de madera, escucharon el ruido del golpe de la puerta de acceso al patio. Se miraron lentamente de refilón con complicidad, acto seguido, escucharon los pasos que venían desde el exterior y se quedaron inmóviles aguardando que Ana hiciera su entrada en la cocina. Casi juntos giraron en dirección a la puerta esperando que pase lo que tenía que pasar, que apareciera Ana.

Unos minutos después, considerando un tiempo más que suficiente al tiempo de recorrido desde la puerta de acceso al patio hasta la puerta de la cocina, Nicolás decidió salir, sin antes agarrar el bate de beisbol, que todavía había quedado atrás de la puerta desde el día anterior. La noche estaba húmeda y obviamente no era una noche para quedarse afuera, abrió la puerta y después de recorrer la casa por afuera en busca de su hermana o de quien sea, regresó sin encontrar a nadie.

 Nicolás agarro uno de los Campari que había preparado y se lo dio a su madre, como para aflojar, supuso Adela y sin decir palabras chocaron los vasos con resignación. Adela deseó ser creyente en ese momento, todo sería más fácil, podría ya haberle cargado la responsabilidad del agujero de tortuga y el deseo de ubicarlo en su casa a Dios y asunto resuelto. Pensó cómo quedaría ese lugar si lo transformaba en un pequeño santuario para orar y meditar, decorado con velas, almohadones en el piso, crucifijos, cuadros con reproducciones de santos y perfumado con sahumerios. Dudó si no sería una buena idea empezar a ir a misa los domingos.

Brindaron como hacían siempre, pero en esa ocasión había un motivo, tenían un plan, que era comprobar que su teoría, fuera verdadera o falsa. Después de beber los primeros sorbos, todavía parados al lado de la mesada, acontece que… de repente, la puerta de la cocina se abrió y Ana apareció como un fantasma diciendo “Hola… ¿Cómo están? ”.  Adela, en ese momento, sintió como si el suelo empezara a ceder bajo sus pies, había verificado empíricamente su hipótesis, el fenómeno cósmico había sucedido de nuevo.

El modelo religioso se desintegró por completo de su mente y con él, la idea de que Dios estuviera para ayudarla a encontrar alguna respuesta. Ya que el espacio invisible no parecía pasar desapercibido y quería imponerse como una irregularidad local del Universo, donde definitivamente, Adela había verificado, se producía un atraso de pocos minutos en el tiempo.

Adela no imaginaba cuál sería la reacción de Ana cuando le contaran lo que estaba sucediendo. Según su juicio de valor, su hija tenía una mente racional, pensaba objetivamente, era realista, abierta y escéptica, y supuso que seguramente sería anti cósmica, pero tampoco estaba del todo segura de esto último.

Cuando sus hijos estaban comiendo una improvisada picada y Nicolás le contaba a su hermana que le había parecido escuchar el golpe de la puerta del patio y de sus pasos, antes, (dudo en dejar de revolver el risotto, y sentarse con ellos a conversar, pero pudo dominar el impulso y no meterse como era su tendencia natural y segur igualmente escuchando la conversación como un observador que mira la escena desde afuera, sin participar de ella). - ¿Antes de qué?, -bastante antes de que entres. Ana le dijo, no sin asombro, que había entrado rápido para no mojarse y que habría sido de otro lado.

Entre el vapor del risotto, el efecto del Campari, las risas de sus hijos al hablar sobre la hipotética posibilidad de que al recorrer una parte de una casa suceda el desplazamiento de la materia. Adela se preguntaba a dónde iría la materia en esos minutos. Lo que comentó Ana fue muy didáctico, era más de lo que suponían que sabría, pero a esa altura, ellos también ya lo sabían y no sólo en teoría.

En el transcurso de la cena el tema del cosmos, del universo infinito, el Big Bang, los agujeros negros y los agujeros de gusano, salieron con toda familiaridad, como si fuera un tema de todos los días, impensable para Adela cada vez más confundida. Ana argumentó que un agujero de gusano es un túnel que conecta dos puntos del espacio-tiempo. Que nunca se ha visto uno y no estaba demostrado que existieran, aunque matemáticamente eran posibles. Se les llama así porque se asemejan a un gusano que atraviesa una manzana por dentro para llegar al otro extremo, en vez de recorrerla por fuera, en definitiva, Adela seguía sin respuestas concretas.

Después de que Ana se fuera, Nicolás y Adela se quedaron sentados uno frente al otro, pensando. Pensaron que habían descubierto un fenómeno paradigmático que podría cambiar el rumbo de los acontecimientos de la humanidad, que superaba todo lo imaginado. Que, aunque sea verdadero para ellos no era verosímil y que no estaban preparados ni ellos ni el mundo para afrontarlo. Mirando la nada, como detenidos en el tiempo comprendieron que nadie les creería.

Finalmente, Nicolás se levantó para irse, se puso la campera y sin decir una palabra, saludo a su madre con un abrazo, ella interpretó que era como para sellar el pacto de silencio entre el Universo y ellos, y se despidió como siempre diciendo: Chau Ma.

Adela, sentada a la mesa todavía sin levantar, con la mano sosteniéndose la cabeza, pensó que no podría vivir tranquila si no liberaba a su mente del fenómeno cósmico que la envolvía y daba por terminado el tema, aunque sabía que no estaba ni siquiera empezado, inmediatamente se acordó de la estética del Non-finito, de los esclavos de Miguel Ángel presos en el mármol que los contiene, se preguntó si ella, a partir de ahora no sería también presa de un secreto inexplicable.  El silencio total la acompañaba en otra noche irreal, cuando escuchó el ruido del golpe de la puerta de la cocina y los pasos de su hijo atravesando el espacio invisible al irse.

  

Andrea Zoilo 2017

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 19 de septiembre de 2022

Qué espero de la filosofía para el siglo XXI

 

Hola AMIGOS: acabo de recibir un escrito de nuestro amigo Juan Antonio que, como siempre, me parece muy interesante e impactante. Su título “Qué espero de la filosofía para el siglo XXI”, ya nos anticipa su contenido, pero debemos leerlo, e incluso releerlo, para ver la importancia del mismo.

Comienza hablando de la filosofía de la antigüedad, pero de inmediato habla de otra más cercana a nosotros- como cuando cita a Kant – y que, según mi opinión, lo usa para hacerse una serie de preguntas que conducen a la más importante: ¿cómo influye la filosofía en el vivir del día a día de los humanos? Sobre todo en las gentes más humildes, en los obreros, en la clase media, en fin, en la mayor parte de la humanidad.

Estoy seguro que cuando lo leáis, os surgirán ideas, dudas, preguntas, pareceres, críticas, que pueden ser un magnifico motivo de reflexión. Y Sobre todo si escribís vuestros comentarios para que todos participemos de ellos.

Animaros, y con mis gracias anticipadas, recibir un fuerte abrazo.

Aquí teneis el texto completo: 

Que espero de la filosofía para el siglo XXI

Cada día necesito más escribir y por otra parte me da miedo lo que pueda decir, porque el mundo actual nos está demostrando que la racionalidad en el ser humano está lejos de lo que nos enseñó Kant. Por eso empezaré hablando de filosofía e historia.

La filosofía no es coto tan solo reservado a pensadores extraordinarios y excéntricos (o quizás los que pensamos sí lo somos un poco al salirnos del rebaño) tal y como se suele suponer.

Según los grandes conocedores de esto, la filosofía consiste más en el proceso de encontrar respuestas a preguntas fundamentales mediante el razonamiento, sin aceptar las opiniones convencionales o la autoridad tradicional antes de cuestionarlas, que en el hecho propiamente dicho de encontrar esas respuestas. Los primeros filósofos de la historia, en la Grecia y la China antigua, fueron pensadores a los que no les satisfacían las explicaciones establecidas procedentes de la religión y de las costumbres, y que buscaron respuestas con una base racional.

La filosofía ha dado lugar a algunos razonamientos más importantes e influyentes de la historia, pero no ha dejado de haber filósofos antagonistas a lo largo del tiempo. Pese a que la lógica pueda parecer la rama más exacta y “científica” de la filosofía, un campo en el que las cosas son o verdaderas o falsas, si se mira con más detenimiento, se hace evidente que el asunto no resulta tan sencillo. Los progresos matemáticos del siglo XIX pusieron en duda algunas de las normas lógicas que había establecido Aristóteles, pero ya en la antigüedad, las famosas paradojas de Zenón de Elea llegaban a conclusiones absurdas a partir de argumentos aparentemente correctos.

Ahora bien, después de esta introducción me vienen a la mente varias preguntas, que yo, como persona de la clase obrera, considero importantes (sí, digo bien clase obrera porque eso de clase media se lo han inventado los políticos, y sus medios afines, para esconder la realidad de la pobreza existente en el “primer mundo”):

¿Cuál debe ser el pensamiento filosófico de la clase trabajadora?

¿Su lugar en el mundo o como salir de una situación de supervivencia extrema?

Y a estas preguntas habría que añadirle

¿Quién les explica a estas personas que hacer para vivir mejor?

Hay miles de libros de autoayuda, que no son más que un sacaperras (como decíamos en mi pueblo), que les dan supuestas clases para cambiar sus vidas, clases que todos sabemos que no son más que mera retórica.

¿Les puede ayudar la filosofía de universidad a cambiar?

Ya se demostró que está muy alejada de la realidad del mundo obrero. Algunos grandes filósofos los han tachado de ser los únicos culpables de la situación en la que están, sin pararse a pensar, por un segundo, que la mano de obra de los señores feudales y, posteriormente, de la industria no han tenido las oportunidades de estudio que si tuvieron los filósofos nacidos en familias acomodadas. Las palabras de Kant demuestran esta ignorancia:

“La ilustración significa el abandono del hombre de una infancia mental de la que el mismo es culpable. Infancia es la capacidad de usar la propia razón sin la guía de otra persona. Esta puericia es culpable cuando su causa no es falta de inteligencia, sino la falta de decisión o de valor para pensar sin ayuda ajena. Sapere Aude, “¡Atrévete a pensar!” he aquí la divisa de la ilustración.”

Immanuel Kant “Was ist Aufklärung”

Pero la ilustración o la modernidad, no está exenta de contradicciones ¿No son acaso el egoísmo y la violencia tan naturales en el individuo como las virtudes que exaltan los ilustrados? ¿No son tan humanos la pasión y el sentimiento como la razón?

Los filósofos no tienen respuestas para estas cuestiones. Además, sus frías ideas no pueden seducir a los humildes, a quienes en el fondo desprecian y culpan de los males que padecen, priorizando las ideas represivas frente a las educativas […] cambiar a ese pueblo ignorante ha de ser una tarea demasiado larga y en exceso ardua; por ello dirigieron sus esfuerzos hacia los príncipes. De esta alianza contra natura habrá de surgir el despotismo ilustrado. Y si nos vamos a la Grecia antigua, Platón también excluyo a la clase trabajadora, que debía de dedicarse exclusivamente a sus tareas, de la formación y el conocimiento. Los ilustrados heredaban los puestos, para el estudio, de sus antecedentes.

Otras preguntas muy interesantes, bajo mi humilde punto de vista serian:

Si todos los relatos para vivir en un mundo más equitativo y justo ya están escritos ¿Por qué en el siglo XXI estamos viviendo con las peores ideas posibles? Y no me vale que me respondan porque los poderosos se las han apropiado, porque bien es sabido que todos estos grandes relatos que se han llevado a cabo, como la revolución francesa o la revolución bolchevique, basada esta en las ideas marxistas, han acabado en dictaduras sangrientas. La época del terror en Francia y los gulags en la URSS. En Francia además hubo una revolución posterior a la revolución de 1789 la comuna de París en 1871 lo que demuestra que casi cien años después los más desfavorecidos seguían sin conseguir nada de las ideas y los actos de la revolución del 14 de julio.

Para mí, actualmente en todo el mundo las sociedades libres se enfrentan a un enemigo nuevo e implacable. Este no tiene ejército ni armada; no procede de ningún país que podamos señalar en un mapa; está en todas partes y ninguna, porque no está ahí fuera, sino aquí adentro. En lugar de amenazar a las sociedades libres con la destrucción desde el exterior, como hicieron los nazis y los soviéticos, las amenazan con corroerlas desde el interior.

Retos para el siglo XXI

En este siglo XXI estamos en un punto de idiotez tal que muchas personas hemos perdido la fe en la humanidad. En esta humanidad tan egoísta y corrupta, que los que ven las noticias se los encuentran a diario en sus pantallas y no dudan un momento en volverles a votar y aplaudirles las mentiras que sus medios afines les venden como verdad absoluta. Medios que bailan al son que sus dueños, bancos y grandes corporaciones, les dictan. No creo en esa humanidad que se inventa guerras para atemorizar a los ciudadanos mientras recortan nuestros derechos básicos para invertir en la industria armamentística. No creo en la humanidad cuando veo, en un pueblo o un barrio, a un joven, con carrera universitaria, y afiliado a un supuesto partido político de izquierda, tratar a los trabajadores con el mayor desprecio, obligándoles a trabajar en condiciones infrahumanas sin respetar mínimamente la seguridad laboral.

Tenemos muchos textos filosóficos que implantándolos nos harían vivir en un mundo más equitativo y justo. Sin embargo, los que han alcanzado el poder en base a estos textos no han hecho más que utilizar ese poder para someter a su pueblo, porque como nos dijo Orwell en su mítico 1984 “Sabemos que nadie se adueña nunca del poder con la intención de cederlo.” Como creer en una humanidad que a pesar de unirse en una alianza, como la propuesta por Kant para vivir en paz, que es la Comunidad Europea vemos las guerras económicas internas en esta coalición donde la solidaridad entre países brilla por su ausencia.

Y sigo preguntándome:

¿Qué puede hacer la filosofía para revertir lo que se nos viene encima?

¿Qué pueden hacer los filósofos si existen de varias ideologías?

Creo que es el momento de que la filosofía comience a responder a preguntas sobre la justicia en el mundo, sobre la lucha que debe seguir la clase obrera, que siempre es la perdedora en todos los ámbitos, en vez de contemplar el universo

Debemos crear la filosofía que esté en la calle con los verdaderamente necesitados, la filosofía de la verdadera igualdad, filosofía que vuelva a hacer pensar a la ciudadanía que se aborregó con la televisión y las redes sociales.

Sé que existen pequeños núcleos de “combatientes” filosóficos, como el nuestro, que intentamos dar a conocer esta situación, pero ahora urge moverse a gran escala. Los millones de personas que han dejado de pensar y se dejan aborregar deben cambiar, pensar y actuar en consecuencia, pero nadie les facilita la tarea. Los libros que denuncian las injusticias, muchas veces están a precios desorbitados para los bolsillos de familias que a duras penas llegan a fin de mes con su mísero salario y no siempre pueden encontrarlos en las bibliotecas públicas cercanas a sus domicilios. Las televisiones privadas están para embrutecer más al personal y las públicas hace tiempo, o quizás nunca lo fueron, que dejaron de ser un servicio público de educación, que no de adoctrinamiento, y tomaron el mismo camino que las privadas.

Por ello insisto ¿Qué puede hacer la filosofía y los filósofos divididos para mejorar la vida de los más desfavorecidos? Y por darle la vuelta al pensamiento ultra que se está despertando en occidente.

 

 

 

Bibliografía:

El libro de la filosofía, vv.aa., AKAL

La historia de los perdedores, Luis E. Iñigo Fernández, Espasa

La revancha de los poderosos, Moisés Naím; Debate

 


miércoles, 28 de julio de 2021

 

¿Qué pasa con la izquierda?

¿Podemos seguir pensando como izquierda o derecha?

 Acabo de leer el libro de Michel Onfray “L’impensé de la gauche” (Lo impensable de la Izquierda, 2019), donde le da un repaso, muy crítico, a la izquierda francesa del siglo XX y XXI, y del cual podemos extraer conceptos que también afectan a la izquierda española y europea, en estos momentos tan delicados del auge de la extrema derecha. Este libro esta separado en dos capítulos el segundo es un escrito sobre lo que vivió en 1982 en su visita a la URSS. Esta segunda parte, para mí, carece de interés ya que se limita a escribir las “bondades” del mundo soviético de aquella época, donde todavía se adoraba a Lenin y en menor medida a Stalin. Lo que es un retrato de un estado totalitario.

 En su conclusión de la primera parte Michel Onfray se despacha a gusto con lo que podríamos llamar el viraje de la izquierda desde los años 80 del siglo pasado, cayendo de lleno en la trampa que le tendió el neoliberalismo:

 Los liberales que se llaman a sí mismos de izquierda invitan a "la izquierda" a abandonar al pueblo a la familia Le Pen (extrema derecha francesa). Para ello, esta izquierda de derechas ha optado por un nuevo motor para la historia : desea remplazar el proletariado, motor impulsor de antaño, por un nuevo pueblo arco iris constituido de feministas menos preocupadas de la condición femenina que por el odio a los hombres, por inmigrantes atraídos por una falsa prosperidad europea y que descubren, agravándolo, la pauperización liberal, atravesando el Mediterráneo aún a riesgo de sus vidas, por LGTBI’s preocupados por su género y que digámoslo en el lenguaje kantiano, desean universalizar sus máximas de homosexuales, cuyo horizonte insuperable es el matrimonio y la maternidad, dos valores castigados cuando se trata de heterosexuales, por unos habitantes de los suburbios que encarnan el liberalismo en todo su esplendor ( religión del consumismo, grandes márgenes en el comercio de la droga, adulación de la violencia, economía paralela del tráfico, chulería ostentatoria de siglas y marcas comerciales, oro y joyas ostentosas, reivindicaciones identitarias y étnicas, tribales y religiosas, odio por la república y sus valores) dicho de otra manera : lo contrario de las reivindicaciones antiguamente vitoreadas por la izquierda… Valores que siguen siendo los míos. 

 Es verdad que Michel Onfray no deja a nadie indiferente con sus pensamientos al denunciar todo lo que considera injusto venga de donde venga, lo que yo creo que debe hacer un filósofo. Habrá ideas o denuncias que parecerán disparatadas, pero en todo caso conllevan a una reflexión profunda sobre lo que esta pasando con la izquierda y que se debería cambiar. Creo que sin este tipo de pensadores estamos condenados a elegir entre filósofos ideologizados y eso no es nada bueno para el pensamiento crítico

  Para seguir conociendo este cambio que el neoliberalismo ha hecho dar a la izquierda es muy interesante el libro de Daniel Bernabé “La trampa de la diversidad. Como el neoliberalismo fragmentó la identidad de la clase trabajadora”. En el nos muestra el cambio que ha sufrido nuestra sociedad desde la aparición del neoliberalismo y como desplegó todo su potencial en los años 80 del siglo pasado, cuyas cabezas visibles fueron Reagan y Thatcher. Bernabé nos define muy bien como el neoliberalismo fue minando a la izquierda:

 De hecho, cuando le preguntaron a Margaret Thatcher sobre su mejor logro político ésta contesto: “Toni Blair y el Nuevo Laborismo. Obligamos a nuestros oponentes a cambiar su forma de pensar”

 El gran triunfo del neoliberalismo no fue siquiera poner a hablar a la izquierda en su lenguaje, pensar en sus términos. Fue lograr que el hecho político desapareciera de la vida cotidiana de la gente, conseguir que se viera como algo indigno practicado por unos profesionales decadentes entre el susurro y la componenda, conseguir envasarla, transformarla en un producto que consumiríamos como otro estilo de vida, como otro entretenimiento.

 Daniel Bernabé, también, achaca a la diversidad que denuncia Onfray la perdida de realidad de la izquierda sobre la clase trabajadora.

 Nuestro yo construido socialmente anhela la diversidad, pero detesta la colectividad, huye del conflicto general, pero se regodea en el especifico.

 Parece que más que buscar a tus iguales para sumar fuerzas, intentamos buscar nuestras diferencias para afirmarnos según lo que comemos, lo que deseamos sexualmente, a quien rezamos, con lo que nos divertimos, cómo nos vestimos. Somos veganos, budistas, pansexuales, naturistas, friganos, antinatalistas… No se trata de no respetar esos estilos de vida sino de advertir de la simbiosis entre esas competencias en el mercado de la diversidad y el neoliberalismo:

El proyecto del neoliberalismo destruyó la acción colectiva y fomentó el individualismo de una clase media que ha colonizado culturalmente a toda la sociedad. De esta manera hemos retrocedido a un tiempo premoderno donde las personas compiten en un mercado de especificidades para sentirse, más que realizadas, representadas.

 Bernabé nos da la clave de esta trampa en la que estamos cayendo. Cada día se está dividiendo a la sociedad en más colectivos en mas diversidad, todos conocemos a lo que conlleva esta separación en colectivos o comunidades y que siempre fue el eslogan de los poderosos” Divide y vencerás”. Pero cada vez nos cuesta mas ver aquello que nuestros abuelos sabían sin necesidad de entrar en ninguna universidad.

 La trampa de la diversidad, junto a otras cosas, tiene el objetivo de seguir desmovilizando, o mejor dicho, movilizando con humo, a la izquierda y a la clase trabajadora. Que termino tan extraño ya, ¿verdad?, clase trabajadora.

 El neoliberalismo a hecho cambiar tanto la idea de la izquierda que esta ya no se atreve a mostrar los valores que siempre fueron los suyos:

 Se ha instalado la idea de que la izquierda no puede ganar unas elecciones presentando un programa de izquierdas puesto que no será comprendido por ese difuso concepto llamado gente, que ha servido para extender el sector de la clase media a todos los segmentos. Se olvida así el abstencionismo y sus causas, muy amplio en todas las democracias occidentales y formado en su mayor parte por personas de clase trabajadora.

 La clase media, que fue una ficción pensada para el control social, cumple eficazmente su función.

La trampa de la diversidad como concepto en principio bueno es usado para fomentar el individualismo romper la acción colectiva y cimentar el neoliberalismo.

 La política de izquierdas hoy no compite contra la política de derechas, sino contra todo un sistema de ocio planificado que coloniza cualquier tiempo muerto del que los trabajadores disponen. Compite contra una idea que se repite desde hace 40 años y que ha calado profundo en ella misma, la de no hay alternativa.

 Hoy es mas urgente que nunca borrar de las mentes este ultimo eslogan que nos muestra Bernabé “no hay alternativas”. Se ha inculcado en las mentes del pueblo esta idea. La idea de que todos los políticos son iguales, de que solo piensan en robar. Por eso cuando aparece alguien nuevo que desea cambiar, aunque sea algún pequeño privilegio de los poderosos es enseguida destruido. Tenemos ejemplos muy recientes en nuestro país.

 Claro que tenemos alternativas, pero nuestro gran problema es que la extrema derecha es capaz de hacer lo que la izquierda es incapaz: conectar con la clase trabajadora. La izquierda debe salir de las universidades y vivir en los barrios obreros conocer su realidad. Los desfavorecidos no entienden que a las primeras de cambio los abandonen por una residencia de lujo. La izquierda necesita más Josés Mujicas y menos arribistas. Necesita conciliadores y no políticos que cuando entran en las instituciones se devoren como lobos hambrientos de poder, haciendo saltar en mil pedazos la esperanza de los pobres.

 Ahora y antes de que sea demasiado tarde es el momento de exigir a la izquierda que vuelva a sus orígenes, que se deje de tandas separaciones de colectividades y empezar a remar todos en un mismo sentido. Debemos remar contra el neoliberalismo y sus mentiras, contra los que nos quieren reescribir la historia, contra los que nos piden un voto a cambio de una cerveza y una tapa.

Señores y señoras de izquierda el mundo es mas simple que lo que nos hacéis creer. Somos hombres y mujeres, iguales, luchando contra las desigualdades y en esto los trabajadores son los mas necesitados. No son solamente mano de obra barata al servicio del capital y de unos políticos demagogos aferrados a sus sillones y sus pagas vitalicias, ¡somos seres humanos!